miércoles, 20 de enero de 2010

Brotherhood Cocatera

Misterioso viaje,
comenzó con incertidumbre.
Un festejo, muchos amigos,
varias paredes,
2 de madera y cartón
3 de hormigón.
Un lugar místico,
sin denominación.
El dios cocatero,
apareció al caer sol,
se mezcló con el alcohol,
la lujuria y la noche iluminada:
había luna llena.
Con el Alba,
los muchachos amanecieron,
el cocatero denominador gritó fuerte:
"Corishkaique Cocata".
El resto lo miró,
no entendieron,
tenían que pasar los días para comprender aquel grito.
El cocatero porteño
al mediodía llegó,
un totem armó en honor al dios,
sin entenderlo muy bien.
Arena y sol,
el mar azul (obvio).
Atardecer, violeros maravillosos cocateros,
compañías de diversos orígenes,
rasgos, bellezas y olores.
Las velas, el cocatero cocinero,
maestro de los sabores,
exquisitas degustaciones
de vista borrosa.
Una diosa rubia
empieza con Z, burbujeó
al son de las velas y cantarolas.
Al pueblo los guió,
de donde venían
guturales sonidos,
eran tribus, clanes
moviendose por el rey melodía:
tizón del misterioso lugar.
"Corishkaique Cocata" gritó,
el cocatero narrador, así lo siguió
el cocinero, el maravilloso, el gordo,
el porteño, el denominador y
el violero.
Emprendieron travesía,
nueva fiesta tribal,
más de 30 leguas en las dunas,
guiados por el elixir de la miel
y de la blonda burbuja.
Un gran fogón, mucha arena,
sonidos de la diosa violacia,
aborígenes danzas circulares al fuego,
el maravilloso cortado y
30 leguas de vuelta.
Volvió la playa,
el cocatero esteño, el cocatero gordo,
su fiesta, y qué fato!
El buen rollo,
se siguió armando el totem,
el dios cocatero felíz,
abrazos varios,
amistades reforzadas
"Corishkaique Cocata",
gritó cada uno de los integrantes,
cada uno de los amigos,
cada uno de los hermanos cocateros.