jueves, 23 de diciembre de 2010

Odio fin de año



No me cae bien la navidad ni el espíritu de éstas fechas, paso a explicarles...


Las despedidas


Una persona normal tiene alrededor de 20 días de matanga. Que te reunís con los de la facu, los de siempre, los del laburo, los del ex laburo o con ese amigo que siempre está al pedo para tomar 1 (vaya si los hay de estos). Te reunís con gente que ves solo 2 veces al año, ¡pero no importa diciembre es un mes para mamarte! En síntesis terminás podrido de comer asado y pizzas de resto pub, tomás mucho alcohol y llegas al verano hecho un fofo/a.


El trabajo


Se vuelve completamente insoportable. Para los desgraciados que son publicistas están en mi sintonía, no hay cosa más espantosa que estar más de 1 mes inventado saludos de fin de año para las marcas. Lo peor, te devanas los sesos, le pones amor, pero siempre hay un gerente de marketing que la da miedito la idea "de los locos estos publicistas" y se decide por hacer un arte de árbol de navidad con unos arabescos y un mensaje profundo e original: "Felíz Navidad y Próspero 2011". (Próspero 2011, que asco de palabras)


La calle


El calor abunda. Caminas 2 cuadras y te sobas todo, tu cuerpo es una especie de baño turco que no vale la pena especificar. Seguí sumando que los tacheros tan todos pasados jugando al NASCAR en el trásnsito de la ciudad... Y el climax de malhumor te puede venir en un bondi lleno de gente pegoteada como vos. Este climax se potencia cuando hay algún amigo/a que no es asiduo al baño y se cree que bañándose en Axe o Rexona puede tapar el olor a Mamut que emana.


El amigo invisible


Lo odio. No tengo amigos invisibles. Encima te hacen dejar pistas los días previos para generar "expectativa". Por dios, no tengo idea quién fue el iluminado de instaurar en los laburos una actividad propia de un jardín de infantes. La frutilla de la torta aparece cuando el regalo termina siendo una cosa que no le das utilidad alguna o una bebida alcohólica que no llega a ver el próximo año, ya que probablemente te la tomes el 24 en 3 horitas.


Papá Noel


Como arte de magia, el viejo gordo que estuvo guardado todo el año tiene el tupé de aparecer en todos lados y con ropajes invernales, mientras nosotros nos estamos cagando de calor en las oficinas, por más que usemos shorts... No hay rincón de la ciudad en que el gordo terraja vestido de rojo no esté.


Las compras


La gente enloquece. "Te descontamos el precio del papel de la boleta". Con este tipo de frases los shoppings llegan a niveles ridículos de facturación en un día. Para colmo, vamos como hormigas a rendirle culto a la Diosa del Consumo (los dueños de los shoppings).


La cena del 24


Motivo de pelea en parejas y familias. Pasamos con los tuyos, no pasamos con los míos, etc, etc... Nunca falta el tío que se mama el 24 y da la nota, o el consuegro que se empeda desde temprano y hace un show que hace avergonzar a la familia invitada.


La fiesta del 24


Estas los 15 días previos al 24 con tus amigos o tu pareja pensando a dónde podés ir. Cuando llegás a la conclusión de ir a une, le pones todo el huevo del mundo para que esté buena... Esa fiesta que prometía ser la Panacea no es más que otro chasco. Conclusión, te agarraste un pedo de antología tomando whiskola con 100 pipers y te gastaste una luca y media en entradas y tacho.


La resaca del 24


Arrancaste a mamarte el 24 al mediodía y terminaste de tomar a las 9 de la mañana caminando por la playa acompañado del sol veraniego. Al mediodía la piola de tu vieja te levanta para almorzar el 25 juntos, porque como dice la ley de nuestro ateo país, la navidad debemos interpretarla como el día de la familia.


Felices fiestas igual (amo estas frases cliches, es una contradicción interna que tengo)


La comadreja

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mario

Me crié con abuelo distante. Un tipo recio, que laburaba todo el día y era de poquísimas palabras. Todo esto fue en mis primeros 12 años de vida. Ahí se produjo el primer click de todos. El tipo que toda mi vida me había criticado por no saber pegarle con las 2 piernas cuando jugaba al fútbol, me aplaudía cuando en un contragolpe le hice un gol a Cerrito jugando con la casaca de Bella de Vista. Parece joda, pero soy zurdo y ese día definí de derecha, suave, contra un palo y me quedé esperando que la pelota entrara mansita a la red. Era la primera vez que mi abuelo me aplaudía. Sin lugar a dudas fantástico.

A los 14 empecé a conocer a otro abuelo. Ya era más grande yo y él, jubilado. Compartimos un montón de veranos en el que él ofició de moldeador de vida para mi y algunos amigos que supieron escuchar esa humilde sabiduría. Jugábamos todas las tardes al truco, hablabamos mano a mano por las noches antes de que yo saliera con la muchachada, ante la atenta mirada de mi abuela, que cocinaba y limpiaba (actividades que al día de hoy siguen siendo el motor de su vida). Ya con 18 años, me creía todo un hombre. Y este abuelo que aparentemente se había vuelto más bueno me dio una lección de vida importante. Por ahí ambos no nos supimos interpretar; yo dejaba facultad de medicina contra un mar de dudas por delante... Mario me dijo: "No podés echarte para atrás en cada caída". No lo supe entender, me enojé muchísimo con él, era un pendejo irascible.

Ya no pasaba todo el verano con él, ya no jugábamos tanto al truco, él no entendía mucho de mi laburo, qué hacía el primogénito nieto trabajando en agencias de publicidad. Como pasa siempre, la edad no viene sola... No me olvido más, un sábado al mediodía nos avisan que mi abuelo se había descompensado en un Disco. Volé en el auto hasta llegar a verlo, estaba bien pero ido, muy ido, no era el Mario que yo conocía. Pero como dicen por ahí, mirar el otro lado de la luna no hace mal. De ese evento en adelante, como si él supiese que la vida no es para siempre hizo un cambio más radical. Es el abuelo más amoroso del mundo, tendrías que verlo abrazando a sus nietas, poniéndose orgulloso de cada 1 de sus nietos y sobretodo dejando esa parquedad que la marcó tantos años de su vida; ahora ríe a carcajadas cuando la situación la amerita, se emociona hasta el llanto cuando vale la pena y disfruta sus días al lado de nosotros al máximo.

Como le digo cada vez que lo veo, el Mario es un prócer.


lunes, 6 de diciembre de 2010

Son todos ganadores


El mundo de las redes sociales nos invita a vivir una vida emocionante en la que todos

son ganadores. Esto me lo dijo un amigo el sábado pasado, charlando mientras almorzábamos.

Y ahí desarrollo argumentos que me convencieron por completo.


1. En facebook todos viven una vida fantástica


Vemos fotos de gente de fiesta, en lugares hermosos y pasándola bien; o en otros

casos posteos del estilo "Feliz con mis amiguis"


2. Tienen los mejores amigos del mundo


Existe una necesidad de mostrarnos felices rodeados de nuestros amigos.


3. Lo posteos negativos son llamados de antención


Suelen generar pena, y buscan sentirse mejor con frases de sus "amigos facebukers" del estilo "fuerza negri"


Es complejo empezar a darse cuenta como en Facebook vivimos esa vida que nos gustaría tener, no la que tenemos realmente, donde nuestras miserias quedan de lado y sólo mostramos la cara fantástica de la vida.


PD:Facebukeros no lo tomen como un ataque

PD2: Gracias Juan Pablo Estevez por esta magnífica reflexión


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Notas de un bancario posmoderno

Cuando llegan estas fechas, las despedidas, los balances, fin de año, nos sentimos un poco cansados. Nos levantamos y no nos queda otra más que ponernos el combo traje-corbata (aunque con 30º grados el nudo apriete mucho más de lo que esperabas). Salimos de nuestra casa o del club y el celular suena: tu esposa, tu hijo/a, novia, tu suegra, tu madre, la chica que trabaja en tu casa o tu jefe. Es fin de año, nos gustaría caminar en la rambla o descansar en una playa.


Pero voy a dejar los fatalismos a un lado y como le dijo a un amigo, un amigo caribeño: "Si miras el otro lado de la luna, verás que todo no es tan malo". Para un bancario, la cara de felicidad de un cliente es la contrapartida de todo lo que hablé en el párrafo anterior. Cuando le damos un préstamo a una pareja para que compre su casa, su primer auto, para que le dé una mejor educación a su hijo o un préstamo a unos jubilados para que conozcan a sus nietos españoles, es ahí cuando siento que nuestra labor es realmente gratificante. En este tipo de momentos es donde aquella vieja frase de que el trabajo nos dignifica a todos, toma una dimensión importante en nuestro ser profesional. Trabajar, si no nos regala este tipo de momentos es tan aburrido y monótono como vivir sólo en una selva, sin interacción.


Y del concepto de interacción es del que quiero que reflexionemos como bancarios. Tal vez nuestro trabajo no es arte y tiene un montón de formalidades que a esta altura del año nos cansan, no se basa en salvar vidas, tampoco en defender al más débil, pero por suerte siempre hay un PERO. Lo lindo de nuestro trabajo está en poder conocer gente, en interactuar, hablar de amigos, de fotos, de hijos, de sobrinos, de nietos, de música o de macroeconomía, y es ahí de sopetón que veo el otro lado de la luna, ese que hablaba el caribeño. Entonces quizás nuestro trabajo no sea tan aburrido, ni tan formal, porque se basa en la relaciones humanas y se vuelve algo trascendente para todos. Nos da "algo" que está más allá de factores intangibles y de clearings, se trata de personas, clientes, compañeros de trabajo, amigos o simplemente gente de la que podemos aprender cosas valiosas.