martes, 4 de octubre de 2011

Viaje 2.0



De nosotros dos

¿Reencuentro?, ¿torpeza?, ¿ansiedad?
Son palabras que describen el día 1 de nuestro viaje por Europa. El avión aterrizó a la hora adecuada. La ansiedad me comía todas las partes del cuerpo, de pies a cabeza. Salí corriendo, con la ilusión de verla lo antes posible. Me choqué con mi sudaquismo, mi torpeza. La policia francesa no es la más simpática del universo. Tras 30 minutos de intensas preguntas zafé con "Ok, Sebá" muy rústico. Encontré todo lo que había llevado, pero me faltaba a quien había ido a buscar. La encontré, bah, me encontró ella, porque mi atimatismo no me dejaba verla. Le fui a dar un abrazo, ella me fue a dar un beso, nos chocamos... Entre risas y gotas que caían de nuestros ojos al fin pudimos darnos el beso, ese beso de nosotros dos, que creo que nos vamos a acordar siempre. Alguien, en uno de nuestros facebooks, puso "Juntos de nuevo" en una foto, sería el nombre ideal de este capítulo si nuestra vida fuese una serie.


De ahí a un día genial en París, con la nota de que desde ahí, se abrió un chorrito en el cielo y no nos paró de llover en 35 días. Llegó la camioneta a buscarnos, con todos los integrantes. Jugando al tetris con el equipaje entró todo, carpas, mochilas, carry ones (eran varios) y cada uno de los integrantes de esta travesía.

Orgasmo

A horas de estar en Europa, me tocó acompañar a mi novia y a toda la generación de arquitectos a la Ville Savoye. Según me dijeron, una casa Canon para estos nóveles profesionales, más o menos como el Grito del Canilla de Morandi para los publicistas. Entre tanta excitación ajena, de mi novia y sus amigas (arquitectas), encontré una buena excusa para estar a tono con la situación, reencontrarme con uno de mis mejores amigos, que también hace el viaje.

Formula 1

En Lille viví la experiencia de ir a un Fórmula 1, y no precisamente esos autos aerodinámicos, sino esos hoteles un cuarto de estrella que son para pasar la noche. Se nos vino arriba el primer choque cultural. Copados con nuestro inglés le hablamos al tipo para que nos diera 2 habitaciones. La cara de ojete del francés se hizo palabras "Only French". Saqué mis apuntes mentales de francés del colegio "Escucé mua.. U tuale?". El tipo me explicó en inglés y de ahí cambió nuestro trato. Los franceses son raros, necesitan sentir que su idioma es importante, si les hablás en inglés de entrada, piensan que les faltas el respeto.

Por la izquierda mi querida

De Lille, nos dirigimos hacia Calais, un puerto por el cual vía Ferry se cruza al Reino Unido. Ya en el puerto, nuestra camioneta se dividía entre Uruguayos de verdad y Europeos clase B, léase esos uruguayos que tiene pasaportes europeos, entre los que estaba mi queridísima novia. Ni bien vieron los pasaportes sudacas, nos dijeron por la izquierda, menos a los que tenían pasaporte europeo. Mi novia, se burlaba en nuestras caras sudacas, pero para su desgracia, hicieron la misma cola larga que nosotros, el rústico inglés develo que italianos y españoles hacían la fila con los sudaquitas. De ahí, ya en el Reino Unido, la primera audaz en manejar de noche y por la izquierda fue Flo. Tres horas de manejo arduo, nos depositaron en un camping solitario a metros del mítico Stonehenge (que se merece un post aparte).

The Cavern y las Riots

Seguimos camino hacia el norte del Reino Unido y nos topamos con Liverpool, otra ciudad grande del mundo, donde Luisito Suaréz (para ellos lleva acento) oh casualidad también conquistó un lugar en el Olimpo. Liverpool, digamoslo mal y pronto, es fea y vive en gran parte del legado de los Beatles. The Cavern, es el antro favorito de yankees jubilados, que van a flipar con la idea que la juventud es un estado de ánimo, básicamente un buen baño de cerveza, más unos temas de la famosa banda hacen que los veteranos se sientan nuevamente en sus años mozos. Más allá de esto, lo pintoresco de Liverpool es que fue la única ciudad donde realmente sentimos de cerca todos los quilombos que hubo. Volviendo de The Cavern, un cordón policial nos sugirió amablemente que volvamos al hotel -a estar sanos y salvos-.

Cocktail

Seguimos nuestra ruta, manejando por la izquierda. Ya estábamos todos más que acostumbrados a eso, pero teníamos otro desafío interesante, tratar de entender el puto acento escocés. Para mi, que soy un 4 (del 1 al 10) hablando inglés, se me hizo poco más que imposible. En medio de ese inglés indescifrable, llegamos a Edimburgo. Una ciudad genial por donde se la mire. La modernidad de Europa se fusiona con la historia de unos de los imperios más grandes del mundo. Es como una pequeña Comarca, uno se siente Frodo Bolson caminando por ahí. Si a eso le sumás una feria de artistas callejeros, cerveza escocesa, es un cocktail pintoresco, de esos inolvidables. No me olvido más de 4 gordos con rasgos asiáticos, vestidos de colegialas bailando el Pa Para Americano.

Ni fu ni fa

Después de 2 días de viajes, en los que pasamos por Newcastle y Cambridge, llegamos a Londres. Realmente no fue una ciudad que me deslumbrase. En una de esas tiene mucho para ofrecer, pero la lluvia nos mutiló un poco. Después de 4 años sin vernos, me reencontré con un hermano de la vida, Emilio Nahum. Nos hospedó a mi y a Flo, a cambio de que por las noches dejase de pedir delivery y degustara algunos platos. En ese castigo culinario, Flo volvió a comer Milanesas y Emilio descubrió que hacer strogonoff no solo es barato en pounds, sino que lo puede posicionar como un Italian Cooking Lover. Entre risas y noches, asi como quien no quiere la noche, Londres quedó atrás, con un punto altísimo que fue Candem Town, el barrio de LA ROTA (RIP) de Amy Winehouse.

Directo al purgatorio

Partimos hacia Bélgica, para que una de las integrantes de la camiola se reencontrara con sus padres. Bruselas, Brujas y Gent, todo muy lindo, pero la verdad que un día fue demasiado poco como para llegar a entenderlas y verlas. Fueron los días previos a lo que voy a llamar "La masacre arquitectónica", entiéndase Holanda. Esto para un outsider de la arquitectura, como yo, fue lo más similar a un castigo en el Purgatorio. En fin, los 9 días en Holanda parecieron 500. Todos bajo este tipo de palabras "Arriesgadas curvas y estructuras que interactúan con el conglomerado citadino, las cuales conviven con el espacio verde, generando una armonía única". De estas frases analicé que los arquitectos se comunican muy mal con el resto de los mortales, y sí, me gané algún que otro enemigo. Solo Flo (que será porque es mi novia) me dió la derecha rotundamente, eternamente agradecido. Según ella, "todos los contemporáneos hablan así, para hacerse los cosos" (grossa).

Se prendiío fuego el Euro

Posterior a la masacre, nos fuimos para Dinamarca, el país más caro del universo. Todo era imposible y si lo pasabas a pesos era la persona más gila del mundo mundial. Linda ciudad su capital Copenhagen o como quieran llamarle. La peotonal más larga del mundo estaba ante nuestros ojos, y no era argentina chabón, era danesa. El mundo Lego de la peatonal no solo puede ser el paraíso del niño, sino también como un lugar endiablado para el típico drogo-alcohólico europeo. Anecdótico es el baño de quien escribe por los mares de Dinamarca. Playa, 15 grados a lo sumo, el resto de mis compañeros de viaje de buzo y gorrito invernal, yo de short de baño, buzito y toalla. Plataforma de 5 metros de altura en medio del mar. Tomo carrera, me saco las pilchas cual stripper, Flo las agarra (guiñada de por medio) y ZAN, estilo soldadito lanzo mi humanidad a las frías aguas danesas. Parecía que no llegaba más hasta el agua, hasta que impacté. Resultado, planta del pie coloradisima del golpe, brazo derecho también. ¿Pero quién me quita lo bailado? En la plataforma con la toalla me esperaba ella, grande Cabe.

Directo al paraíso

Partimos de Dinamarca a Noruega, con la incertidumbre de qué tipo de camping ibamos a ir ya que hacía nada un demente jugó a la cacería de rubios y casi todos los campings de ese país estaban de luto. No voy a hablar mucho de esto, sino de mi estadía de en Los Fiordos, una cadena montañosa que recorre parte de Noruega. Carreteras angostas, de un lado la inmensidad de la montaña y del otro el vacío, que a veces se funde con algún lago de agua cristalina. Las palabras sobran porque los paisajes que vi son inexplicables. Con buena voluntad les dejo la foto más paradisíaca de los Fiordos en el cabezal de la crónica, una que nos sacaron en el momento ideal, cuando el sol empezaba aparecer atrás de la tormenta.



De nosotros 2, parte dos

Llegó el día. Horas de manejo nos depositaron en el aeropuerto de Stockolmo. Fue raro, duro y un poco triste. El reloj cantaba las 00:00 del 8 de setiembre, día en que cumple ella. El panorama era desolador, sin comer, baqueteados del viaje y en un aeropuerto sin un puto restaurante abierto. El Seven Eleven nos salvó en la hora; después de comer le di su regalo de cumpleaños, un balsamo, ella feliz, contenta y riéndose, todo lo que queríamos. A las 5:30 nos despertamos, desayunamos y nos fuimos a mi partida. No me olvido el último cigarro que compartimos, en el que nos abrazamos, no nos dijimos nada, solo nos miramos. Fue lindo y feo a la vez. Me acuerdo y me encanta, aunque en el momento me costó mucho. En esa mirada quedaba sellado un pacto, que se había determinado el 21 de abril acá en Montevideo, pero que se reforzó mucho más después de ese mes excelente, después de ese abrazo. Caminamos con las manos bien agarradas, fuerte, como diciéndonos, "sos mía, soy tuyo". Adiós, cuidate, nos vemos el 21 de diciembre en el mismo lugar donde te dije adios.