martes, 15 de diciembre de 2009
Natural
Qué cosa extraña la sensación de la pérdida, cómo nos afecta, cómo nos duele, pero es una experimentación que tenemos desde el primer minuto que nuestras viejas nos dan a luz. Naces, lloras y lo primero que perdés es el cordón umbilical. Pataleamos, pero no somos concientes, gritamos aún más cuando en menos de 2 minutos cerca de nuestra vieja, nos meten en cuatro paredes transparentes (la incubadora). Ya está, nos deberíamos haber hecho hombrecitos y mujercitas, en poco tiempo en el mundo real experimentamos la pérdida en menos de un día.
Pero no. Crecemos, nos hacemos amiguitos en el jardin del barrio o en el barrio mismo. Por decisiones de nuestros mayores, muchas veces dejamos de ver aquel amigo que era nuestro compinche en todas las diabluras. Seguimos adelante, y se nos muere la mascota. Ahi experimentamos concientemente la pérdida, y lo peor es que ni siquiera estamos del todo preparados.
Hay pérdidas más jodidas, feas y dolorosas, que probablemente cuando nos llegan tampoco estamos preparados. En fin, algo que es natural, que nos pasa constantemente en el vivir diario pero que no nos acostumbramos a sentirlo, siempre nos incomoda y nos deja mal parados.
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Por lo que haya pasado, ¡abrazo fuerte, comadreja!
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