viernes, 13 de noviembre de 2009

Un amigo de un amigo de un amigo


Se bañó y se puso lindo, o lo que se relativiza como belleza cada noche: perfume, tal vez una afeitada y los trapos más nuevos , o alguno viejo que se le tiene cariño y/o se le atribuy cierto poder cabalero.
Llegó al lugar donde como siempre una ronda cervezera con amigos lo esperaba. Desde la campaña electoral, el repechaje y hasta el chusmerio barato argentino, fueron tópicos de discusión. El moderador de los acalorados debates no fue un perdiodista ni mucho menos, era la diosa rubia que cada fin de semana los acompaña con ese especial burbujeo.
Pasaron las horas, el lugar "se puso". Sus amigos comenzaron lentamente a disparar, se movían por la pista cual león por la sabana busca víctimas. Él seguía con la rubia a su lado, no la dejaba ni ella a él. Como sucede muchas veces, la blonda comenzó a traicionarlo. Los pies se le aflojaron, su cabeza comenzó a girar y ganó una actitud con cierto descaro. Parecía que iba a dejar a la rubia en la barra y acompañar a los leones a la sabana. Pero no.
Miró el celular, paseó por todos sus contactos. Pensó que cada contacto tiene un historia distanta, una indiferencia, una tranza, una amistad, una chica que nunca fue, un número ficticio y muchas cosas más, pero todavía no había llegado al contacto. Ese que cuando lo leyera removería todas sus tripas. Siguió pasando nombres hasta que llegó al número de ella. El mareo y la flojera en los pies fue mucho mayor, sumándole una sensación de vacío estomacal, en fin, un sentimiento inexplicable para el estado etílico pero que tiene nombre y apellido.
Desapareció del lugar sin dar ninguna explicación a sus amigos. Emprendió el viaje hacia la decepción, complejo camino que hacen los desesperados. Tomó un taxi, pasó por una floreria, y dejó "su vida" por un ramo de rosas. Caminó hasta la casa de ella, pero se dio cuenta que eran las 7 de la mañana, que no tendría sentido alguno tocarle timbre y despertar a la familia, mucho menos jugar a ser Romeo y trepar por el balcón. Le tiró las flores por arriba de la reja, y le escribió un sms, " Te dejé un regalo en la puerta".

2 comentarios:

  1. Si podès, decile a el amigo, de algùn amigo de tu amigo que me cae simpàtico.
    Un gran saludo Sebas.
    Faustina.

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  2. Nada peor que estar tomando a las 4 de la mañana y tener a mano un celular.

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