sábado, 8 de diciembre de 2012

Se llama Patricio

Hace siglos que no escribo, cómo quien dice un placer que tengo bastante descuidado, pero este post me lo da ganas de escribir todo lo que he vivido en los últimos 5 meses. Desde ese tiempo acá mi vida laboral cambió y mucho. Qué paso, de golpe me topé con la palabra "Emprendimiento". Al principio, no voy a negarlo, fue el resultado del contexto. Me quedé sin trabajo y este emprendimiento era como un proyecto que nunca concretaba, lo tenía en mente desde el 2010. Un poco por presión de hacer algo y otra por convencimiento, me largué a dar los primeros pasos.

El paso uno. La persona que quiere emprender algo, por algún motivo no hace más que tirarse al agua. ¿Y qué es?, que no se entienda mal, no es tener huevo o no tenerlo, eso es fútbol, tirarse al agua es llegar a esas circunstancias que te obligan a decidirte. Por eso la decisión. Es como cuando somos chiquitos, un día nos parece que pararnos es lo que tenemos que hacer. Bueno lo hice, y el que tenga un proyecto y piense que sea bueno, lo invito a probar dar esos pasitos.

El segundo paso fue mucho más bravo. Arranqué bien y los 3 días de quedarme sin trabajo, ya estaba vendiendo mi proyecto, un estudio de publicidad basado en gestionar Redes Sociales de forma más creativa. ¿Qué paso?, sin mentirles chocás contra el sistema. El más grande, por el motivo que sea se come al más chico. La inseguridad de trabajar sin saber que te lo van a retribuir es desesperante y muchas veces se entra en ciclos depresivos. Pero en los momentos de bajón, es bueno tener amigos que están en la misma que vos y te apoyen, o tener una persona muy cercana, en este caso mi futura señora diciéndome "si fuese tan fácil no tendría gracia". Iban 3 semanas y yo estaba deprimido, por más que tenía un cliente fijo.


Y un día salí a flote, ese fue como el tercer paso. Me fui a Cabo Polonio, me olvidé de todo, asado, amigos y birra. Un cocktail que a veces sana. De ahí en más hubo un antes y un después, a través de un amigo me invitaron a dar una charla sobre creatividad y redes sociales en BIOS. De ahí me invitaron a dar otra charla a  empresarios, todo gratis, sin ver un mango. Y bueno, cuestión que pegué onda con los empresarios y me dieron su cuenta. Ya tenía dos clientes, y además pegue buena onda con los de BIOS y me ofrecieron para dictar un curso durante noviembre. Entonces lo importante de este punto fue saber aprovechar las oportunidades, que están ahí no más, a través de los amigos y conocidos. En otro momento como no me pagaban por charla, tal vez que ni siquiera iba, pero así aprendí que para ganar antes hay que invertir, horas hombre, tiempo y pienso. Pero es invertir, nunca es perder. 


Muchas veces pienso que se "me partió el orto". Y es que en toda esta vorágine, por otro amigo llegue a reunirme con el CEO de un ambicioso proyecto de salud. Me reuní con él para venderle mi propuesta de redes sociales, laburar desde la creatividad y los conceptos. Un poco de zaraza honesta (de verdad creo en lo que hago). Pero ta, se me partió el traste y el tipo aceptó. Ya tenía 3 clientes. Mucha suerte, pero como decía mi abuela a ésta hay que acompañarla con "algo más", y esto sería el cuarto paso a dar. Y todo ese "algo más" es ser tesonero, ser careta y creer en vos y en tu proyecto. Por tesonero te cuento que es ir y llamar contacto por contacto y venderte, aunque no sepas (yo era creativo, vivía pensando ideas, de vender cero). Ser careta es animarte a compartir lo que sabés más allá de nunca haber dado clases, la charla de redes y creatividad en BIOS me abrió varias puertas, como les comentaba en el paso anterior. Y creer en uno mismo me lo hizo ver este CEO. Y por suerte que me lo crucé. Le dije que "estaba intentando abrir mi agencia" y me dijo "Do, never try", después me habló en español y me dijo que ellos a mi me iba a exigir y tratar como su agencia de Social Media, por ende que me lo empiece a creer. Eso me convenció del todo. Suerte de nuevo, nos cruzamos, charlamos y al menos yo me enriquecí de esa charla.

Y un día llega el momento de confiar en otra persona, el quinto paso amigos. ¿Por qué?, porque el trabajo gana en calidad y porque yo solo no podía con todo. Ahora además de los 3 clientes fijos, aparecían llamados de gente que quería un logo, un rediseño, una web. etc. La elección de un socio nunca es fácil, pero es un paso que hay que dar. Y hay que contarle todo lo que querés hacer y todo lo que te copa, tiene que creer, como en un momento creí yo, que ese es el camino adecuado. Por suerte, eso costó poco y mi socio creyó enseguida. Qué hicimos, una movida de comunicación, cambiamos el nombre del proyecto inicial, hicimos una nueva imagen, nos hicimos web, mails y tarjetas. Ya no eramos más los freelance que escriben desde el gmail con la fecha de nacimiento. Nos sacamos la remera y las chancletas, nos pusimos una camisita liviana y nos afeitamos un poco. Así nació Patricio, nuestra agencia, la que por lo menos a mi me enseñó todos estos pasos, que son necesarios para emprender de cero.



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